domingo, 29 de mayo de 2011

Estructura general del texto expositivo

Introducción

Desempeña fundamentalmente dos funciones:  informar del tema y/o motivar a la lectura. 

a)     Resumir el tema del texto.

El ensayo “Madres y Huachos, alegorías del mestizaje chileno”, conjunta una serie de artículos, ponencias, charlas e investigaciones en torno al tema de la identidad de género y su relación con la cultura latinoamericana y chilena” (..).
(Sonia Montecinos, Madres y Huachos, Alegorías del mestizaje chileno (Ensayo). 
Santiago Cuarto Propio-CEDEM, 1991).

b)     Incorporar el tema por medio de preguntas.

El camino de vuelta
Mi vida, por Elia Kazán (traducción de María Corniero).  Ediciones Temas de Hoy.  Madrid, 1990.  960 páginas.

¿Qué razones puede tener un artista no más vanidoso que otros para publicar una autobiografía que sobrepasa las novecientas páginas?  ¿Que pretende?  ¿De qué huye?  ¿Qué trata de justificar? ¿De quién intenta vengarse?
En este libro ......

(Héctor Soto en Revista de Enfoque 17, diciembre de 1990).

c)      Contar una anécdota, chiste o relato.

¿Quién esta interrumpiendo?  Cuestiones de dominio y control
He aquí un chiste que solía contar mi padre:

“Una mujer presenta una demanda de divorcio contra su esposo. Cuando el juez le pregunta por qué quiere divorciarse ella explica que su esposo no le ha dirigido la palabra en los últimos dos años.  El juez le pregunta entonces al esposo: “¿Por qué no le ha hablado en dos años a su mujer?” y el responde: “Es que no quiero interrumpirla”.

Este chiste refleja el conocido estereotipo de que las mujeres hablan demasiado e interrumpen a los hombres (...).
(Deborah Tannen.  Tu no me entiendes.  Por qué es tan difícil el diálogo entre hombre y mujer.  Buenos Aires, Vergara, 1991)

d)     Citar a otro autor, por medio de una cita directa o refiriéndose a su texto.

El delicado poder de la memoria
En la novela épica de Gabriel García Márquez Cien años de soledad, una extraña peste invade la aldea de Macondo, provocando en sus habitantes la pérdida de parte de sus recuerdos.  Los síntomas del mal aparecen por etapas.  Los aldeanos pierden primero la capacidad de rememorar episodios de la infancia, luego olvidan los nombres y las funciones de los objetos, más adelante la identidad de sus paisanos y, por último, “incluso la conciencia de su propio ser”.

Un platero, asustado al no dar con la palabra yunque  para describir la herramienta con la que siempre ha trabajado, emprende con gran frenesí la tarea de rotular etiquetas para todos los artículos que contiene su hogar.  Inspirado por el aparente éxito de semejante método, José Arcadio Buendía, se propone etiquetar cuanto hay en la aldea:

Fue al corral y marcó los animales y las plantas: vaca, chivo, puerco, gallina, yuca, malanga, guineo.  Poco a poco, estudiando las infinitas posibilidades del olvido, se dio cuenta de que podía llegar un día en que se reconocieran las cosas por sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad.  Entonces fue más explícito (...)  Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche. 

Angustiado ante la idea de pasarse toda la vida etiquetando, Buendía efectúa un último esfuerzo heroico para salvaguardar la memoria de los aldeanos;  construir una máquina de recuerdos que almacene anotaciones de todas las experiencias y conocimientos que cada cual ha acumulado a lo largo de su vida.  Tras concebir catorce mil registros par la máquina, Buendía tiene la suerte de verse liberado de esta pesadilla por un desconocido que lo cura de la peste.  Cura que trae aparejada la completa restauración de sus recuerdos.  Sólo entonces reconoce en el desconocido a un viejo y querido amigo.

La novela pone en escena un mundo sin recuerdos;  un mundo donde incluso los amigos íntimos y los familiares parecen desconocidos; un mundo donde las formas de comunicación simbólicas resultan inútiles, donde la mayor parte de tareas de las que la sociedad depende no puede llevarse a cabo;  y quizás esto sea lo más contundente, un mundo despojado de la identidad personal y la conciencia de existir (...).
(Daniel L. Schacter.  En busca de la memoria.  El cerebro, la mente y el pasado. Barcelona, Ediciones B, 1999)








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