“Mío Cid Ruy Díaz por Burgos entróve, van en su compañía sesenta pendones; salen a verlo mujeres y varones, burgueses y burguesas a las ventanas se ponen, llorando de los ojos, £tan grande era su dolor!
De las sus bocas todos decían una razón «£Dios, qué buen vasallo, si tuviese buen señor!»
Le hospedarían con gusto, pero ninguno osaba: que el rey don Alfonso le tenía gran saña.
Antes de la noche en Burgos entró su carta con gran mandamiento y fuertemente sellada que a mío Cid Ruy Díaz que nadie le diese posada y aquellos que se la diesen supiesen vera palabra que perderían sus bienes y además los ojos de la cara, y aun además los cuerpos y las almas.
Grande duelo tenían las gentes cristianas; se esconden de mío Cid, que no osan decirle nada.
El Campeador se dirigió a su posada; cuando llegó a la puerta, la halló bien cerrada, por miedo del rey Alfonso, así ellos acordaran: que a menos que la rompiese, no se la abrirían por nada.
Los de mío Cid a altas voces llaman, los de dentro no les querían responder palabra.
Aguijó mío Cid, a la puerta se llegaba, sacó el pie del estribo, un fuerte golpe daba; no se abre la puerta, que estaba bien cerrada.
Una niña de nueve años a mío Cid se acercaba:
«Ya Campeador, en buen hora ceñiste espada
«El rey lo ha vedado, anoche entró su carta, «con gran mandamiento y fuertemente sellada.
«No os osaríamos abrir ni acoger por nada; «si no, perderíamos los bienes y las casas, «y aún además los ojos de las caras. «Cid, en nuestro mal vos no ganáis nada; mas el Criador os guarde con todas sus virtudes santas».
Esto la niña dijo y tornó para su casa.
Ya lo ve el Cid que del rey no esperaba gracia.”
Poema de Mío Cid. Anónimo
“Chile, fértil provincia y señalada en la región antártica famosa, de remotas naciones respetada por fuerte, principal y poderosa; la gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida.
Es Chile norte sur de gran longura, costa del nuevo mar, del Sur llamado, tendrá del leste a oeste de angostura cien millas, por lo más ancho tomado; bajo el polo Antártico en altura de veinte y siete grados, prolongado hasta do el mar Océano y chileno mezclan sus aguas por angosto seno.
Y estos dos anchos mares, que pretenden, pasando de sus términos, juntarse, baten las rocas, y sus olas tienden, mas esles impedido el allegarse; por esta parte al fin tierra hienden y pueden por aquí comunicarse.
Magallanes, Señor, fue el primer hombre que, abriendo este camino, le dio nombre.”
“La Araucana ”, de Alonso de Ercilla
(En Orihuela, su pueblo
como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano…
Ando sobre los rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
(Miguel Hernández)
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Tu nariz, hermana Clara,
ya vemos visiblemente
que parte desde la frente;
no hay quién sepa dónde para.
Mas, puesto que no haya quién
por derivación se saca que una cosa bellaca
no puede parar en bien.
(B. de Alcázar)
No sé cuál crea de las dos,
viéndoos, Ana, cuál, cual os veis;
vi vos la muerte traéis,
o si os trae la muerte a vos.
Queredme la muerte dar,
porque mis males remate,
que en mí tiene hambre que mate
y en vos ya no hay qué matar.
(Francisco de Quevedo).
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…Canten ruiseñores,
y con dulces silbos
sus amores cuenten
a estos verdes mirtos.
Fabriquen las aves
con nuevo artificio
para sus hijuelos
amorosos nidos.
Y a los nuevos desposados
eche Dios su bendición;
parabién les den los prados,
pues hoy para en un son.
(en Peribañez y el comendador
de Ocaña, de Lope de Vega).
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El dulce cantar de dos pastores,
Salicio conjuntamente y Nemoroso,
he de cantar sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,
de pacer olvidadas, escuchando…
£Oh más dura que mármol a mis quejas
y al encendido fuego en que me quemo,
más helada que nieve, Galatea!
Garcilaso de la Vega
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